José Bedia: Interview (in Spanish)


Date: 01/09/2005
Interviewed by Jorge J. E. Gracia
Filmed by Norma Gracia
Transcribed by Patricia Díaz
Edited by Jorge J. E. Gracia


La entrevista se llevó a cabo en la casa del artista.

[Gracia]: “Estamos aquí con uno de los pintores cubanos más conocidos del momento y creo que de todas las épocas, ¿no?”

[Bedia]: “Me estás dando un nivel que me asusta un poco.”

[Gracia]: “No, no te asustes. Obviamente eres uno de los más conocidos, de los más famosos, así que es un placer entrevistarte y te doy las gracias por darme la entrevista. El propósito de la entrevista es hablar sobre tu obra, hablar sobre ti y darte un lugar para que digas lo que quieras. Vamos a empezar precisamente con la idea de que eres el artista cubano más conocido en la actualidad, ¿cómo te sientes al respecto?”

[Bedia]: “No lo creo, no creo eso.”

[Gracia]: “¿No?”

[Bedia]: “No, porque realmente el artista más conocido a pesar de que esté muerto es Wilfredo Lam.”

[Gracia]: “Pero estoy hablando de los vivos.”

[Bedia]: “Aun así, está Tomás Sánchez, Luis Cruz Azaceta, hay una serie de figuras importantes…”

[Gracia]: “¿Y crees que suenan tanto como tú?”

[Bedia]: “Por Dios, claro que sí, mucho más.”

[Gracia]: “No lo creo, si pones tu nombre en Google, salen una gran cantidad de links. Cuando se pone el nombre de otros, por ejemplo Azaceta, que es un pintor importante, no sale tanto. Azaceta ha sido importante porque ha influido en otros pintores, pero no tiene la fama, te guste o no, que tienes tú.”

[Bedia]: “A mí todos ellos me gustan mucho y respeto incluso su trabajo, son incluso mayores que yo, por ley de la vida…”

[Gracia]: “. . . ellos tendrían que estar primero. Pero no estamos hablando de la calidad de su obra o de si te gusta o no, sino de que tú eres más famoso que ellos. De todas formas, tú no crees que eres tan famoso como yo creo que lo eres y eso nos trae a otro punto: ¿cómo te ves en términos de tu lugar en la historia? En particular, José, ¿cómo te sientes en términos del lugar que ocupas en el arte cubano contemporáneo y la historia del arte cubano, qué lugar ocupas, no de jerarquía, sino con respecto a tu contribución, tu aporte pudiéramos decir, cómo piensas que encajas en esa historia?”

[Bedia]: “No sé si soy el indicado para decir cuál será el aporte mío a la larga, si es que he hecho alguno hasta ahora, pero lo que te puedo decir es lo que he tratado de hacer.”

[Gracia]: “Eso es lo importante, ¿qué es lo que has estado tratando de hacer?”

[Bedia]: “El aporte mío, si es que hay algún aporte, no es dar un enfoque sobre las artes, o las bellas artes como se conocen, sino tratar de enfocar la vista hacia otras áreas paralelas, por ejemplo la antropología y los estudios sociales, sobre la realidad afrocubana, las culturas afroamerindias, e incorporar todo ese tipo de menaje cultural y de presencia cultural viva o arqueológica al arte contemporáneo.”

[Gracia]: “¿En términos de los temas que tratas, por ejemplo?”

[Bedia]: “Sí, pero en términos no sólo del contenido, sino también formales. Utilizo toda una serie de referencias que son parte de lo que a mí me gusta. Cuando era estudiante ya traté de coger un rumbo diferente, instintivamente, y porque me gustaba, hacía otras artes que no eran las conocidas artes occidentales, la pintura occidental como tal. Aunque las disfruto mucho, traté de focalizarme en una producción cultural de los pueblos mal llamados ‘primitivos’--a los que preferiría referirme más como ‘culturas primalistas’ o ‘culturas primarias’--y el arte popular, y fundir eso en mi trabajo.”

[Gracia]: “Hubo artistas de principios de siglo, por ejemplo Picasso, que tuvieron cierta influencia del arte africano.”

[Bedia]: “Sí, de alguna manera. Pero, con perdón de los maestros como Picasso, en el caso nuestro, como cubanos, el enfoque a esas llamadas otras culturas no es como el de ellos. Ellos eran europeos, estaban tratando de encontrar una solución más que todo formal a problemas que traían ellos a rastras de sus propias producciones artísticas, que llegaron hasta Cezanne. Digamos que Cezanne llevó el arte a cierto punto en esa búsqueda, y de ahí para allá milagrosamente tropezaron con el arte africano y de oceánico y eso les dio la solución perfecta a lo que ellos andaban buscando sobre todo a nivel formal, pero nunca esas cosas fueron parte de su cultura. Mientras que en el caso de nosotros esas cosas sí están, cómo decir, en nuestro traspatio, en el traspatio habanero. En este caso porque soy de La Habana, esas cosas están vivas, actuantes, y están vivas y actuantes en cualquier lugar de Latinoamérica donde vayas. Y están vivas en África, por ejemplo, a donde he tenido la oportunidad de ir varias veces. Para mí eso significa trabajar con culturas vivas y no con una pieza que formalmente me atraiga a través de la vitrina de un museo, es ver esas cosas en activo.”

[Gracia]: “Desde adentro.”

[Bedia]: “Desde adentro y como parte de la cultura propia.”

[Gracia]: “Lo interesante en lo que me estás diciendo es que--y por lo que veo te has traído aquí, a la casa tuya, artefactos de todos lados-- no es sólo el aspecto de lo que está en Cuba sino también de culturas que realmente no son nuestras como, por ejemplo, de los indios.”

[Bedia]: “Americanos.”

[Gracia]: “...del South West, entre otros.”

[Bedia]: “A mí me interesó mucho eso, porque hay toda una serie de concordancias a pesar de las distancias o a pesar de que nunca hubo ningún tipo de idea difusionista de una cultura a la otra. Hay como un punto común de búsqueda y de cómo mirar el mundo, cómo mirar la naturaleza, cómo pensar incluso de una manera lo que actualmente se discute como ecología, que para esa gente era simplemente sentido común, era vivir naturalmente sus experiencias con la naturaleza. Eso es muy importante y descubrí que hay como una serie de constantes, a pesar de que no hay vínculo posible entre esta cultura y la otra--más que todo me he enfrascado en la idea de buscar similitudes más que diferencias.”

[Gracia]: “Y en tu arte, ¿qué es lo que haces, descubres alguna idea, o algo parecido?”

[Bedia]: “Trato de ser una especie de antropólogo a medias. Hago un field work, trato de ir al lugar de trabajo, de estar ahí con determinadas personas, con determinados grupos culturales que me interesan, que conozco, que tienen algo que me va a llamar la atención, que me va a dar una idea. Me informo sobre eso, trato de ir al lugar, a veces voy al lugar consecutivamente a través de los años--por ejemplo el norte de México para mí es fundamental. Voy ahí muy seguido, como mismo también voy a estar con los American Indians de aquí, los de South Dakota, Wyoming, Montana. Todo ese grupo cultural me interesa mucho y también ciertas zonas de África, algunas a las que he podido ir, y otras que quisiera visitar y todavía no he podido. Son gente que pienso me van a dar una motivación muy especial sobre algo. A veces sé exactamente qué busco, a veces no sé y voy con el ánimo de una experiencia abierta a ver qué se me devela, a ver qué se comparte conmigo. Las experiencias pueden ser muy disímiles. A veces soy simplemente un observador, un tipo que toma nota o toma alguna fotografía o colecta un objeto y que viene de regreso con todo eso a su gabinete de trabajo, a trabajar con eso en la casa y a digerir esa experiencia. Y son como fragmentos; pienso que actualmente todos trabajamos con una cultura muy fragmentaria, no somos ni siquiera occidentales completos afortunadamente. Y a lo mejor eso nos viene bien, porque estamos trabajando con una especie de pedacería cultural suelta de lo que queda de esas culturas. Y a mi manera, lo que hago en las visual arts, artes plásticas, es tratar de encontrar esos pedazos e ir haciendo como un nuevo componente. Es como si estuviera haciendo una excavación arqueológica y empiezo a completar una figura con fragmentos de otra. Ésa es mi idea, si me falta un pedazo lo tomo prestado de un lado y así, ¿entiendes?”

[Gracia]: “O sea que combinas elementos de diferentes culturas.”

[Bedia]: “Es lo que trato de hacer, no es que siempre pueda, cuando me sale bien me sale bien y a lo mejor eso es lo que le ha dado éxito a mi trabajo, que la gente ha visto que tengo ese instinto. No te puedo decir que lo haya logrado en todos los casos, ni siquiera tengo una instrucción de antropología, pero sí he leído mucho sobre eso. Me he instruido yo mismo como antropólogo, trato de estar en los lugares y trato de hacerlo desde una perspectiva no racional, sino sensible; no voy con un mecanismo racional a hacer una encuesta de ‘y cuántos son ustedes, y tú en qué trabajas, cuántos son por familia...,’ sino que me dejo llevar por el lugar donde estoy para aprender lo más posible de esa gente. A veces determinados lugares me dan para muchas más visitas. Para mí, el estar en el lugar es importantísimo.”

[Gracia]: “Pero ahí no haces el trabajo.”

[Bedia]: “Ahí no hago nada, y ni siquiera ellos a veces saben que soy pintor y para qué voy tantas veces allí.”

[Gracia]: “¿Ni haces dibujos?”

[Bedia]: “Sí.”

[Gracia]: “Tomas notas visuales, pudiéramos decir.”

[Bedia]: “¡Uy! Tengo muchos cuadernos de dibujo, tengo muchas fotografías, tengo muchos objetos, tengo muchos testimonios de gente.”

[Gracia]: “Pero entonces vienes de vuelta acá.”

[Bedia]: “Eso, vengo aquí, al cuartel general, como le digo yo. Miami no es otra cosa que eso para mí, es una especie de cuartel general de donde me muevo a los lugares donde quisiera estar más tiempo, pero no puedo. Aquí es donde hago el proceso ése de digestión que sale en mi pintura, o en mis dibujos, o en mis instalaciones.”

[Gracia]: “Y en realidad eso sí es diferente a todo lo que se había hecho antes en Cuba, ¿no?”

[Bedia]: “Sí.”

[Gracia]: “¿Hay algún artista cubano que haya hecho algo parecido, antes?”

[Bedia]: “Gente de la generación mía que tú conoces, como Alejandro Soto y Ricardo Brey, que es amigo mío y vive en Bélgica. Pero no creo que haya un caso anterior. Pienso que parte de un momento de la experiencia de regreso de Lam al Caribe, cuando dejó Marsella en aquel último viaje, en ese momento predestinal si se quiere, en que él tuvo esa impronta de tratar de empezar como a redescubrir su propio país, con Bretón. Y sí, en la estadía breve que tuvo en Haití, en Martinica y después en Cuba, pero anterior a eso no creo que hubiera nadie que usara ese método de trabajo.”

[Gracia]: “Y tú ¿cuándo empezaste a pintar o a trabajar como artista? ¿Tienes trabajos tradicionales digamos, que no estén en esta corriente? ¿O desde el principio te volcaste a este tema?”

[Bedia]: “Claro, tenía que tenerlos porque sino no daba el requerimiento académico necesario.”

[Gracia]: “Te hicieron ser académico.”

[Bedia]: “Sí, entré a la escuela por accidente, por confusión, porque lo que yo quería hacer--imagínate, con once años--era comics, cartoons. Y mi mamá oyó de que había una escuela donde se enseñaban esas cosas y me llevó allá, y por confusión yo aprobé, y por confusión me cambiaron la debida orientación que tenía. A lo mejor habría sido un caricaturista o algo así.”

[Gracia]: “¿Y nunca te ha llamado la caricatura?”

[Bedia]: “Pienso que está ahí, hay muchas ideas que tienen que ver con el cartoon y la idea de desarrollar una idea en varios cuadros y de ser muy gráficos y el texto debajo. Pienso que hay algo, sí hay algo. Pero cuando llegué a la escuela, los profesores me dijeron: eso no es arte, aquí no enseñamos eso, aquí lo que enseñamos es fine art, el gran arte, qué sé yo. No me dijeron cuál era, pero había que pintar naturaleza muerta, modelo vivo, paisaje.”

[Gracia]: “¿Y cuándo fue que pasó el cambio?”

[Bedia]: “Entrando en la escuela, porque me di cuenta que tenía que dar la talla en esas cosas, la verdad es que aquello no me gustaba; yo seguía con mis cosas de los indios y de los africanos.”

[Gracia]: “O sea, ya te interesaba eso.”

[Bedia]: “Sí, pero de una manera muy pueril, de muchacho.”

[Gracia]: “A ver, ¿estamos hablando de qué edad aquí?”

[Bedia]: “Once años.”

[Gracia]: “¡A los once años ya estabas dibujando!”

[Bedia]: “Sí, tengo un dibujo de esa época, precisamente está en mi estudio que es lo único que me quedó de ese tiempo. También tuve la suerte de tener a compañeros de estudio mayores que yo que me orientaron un poco. Me dijeron: aquí estamos enseñando el barroco, el renacimiento, el románico, el gótico, pero también están estas otras culturas. Y tuve un buen profesor de historia del arte en ese tiempo que me ayudó mucho.”

[Gracia]: “Y le interesaba esto.”

[Bedia]: “Se dio cuenta que yo, como Gauguin, tenía un interés que no era por la vía de lo que todo el mundo quería pintar. Porque hasta donde más te llevaban era hasta van Gogh y Gauguin, y todo mundo quería ser impresionista y a mí no me gustaba aquello. Yo quería dibujar como en los dibujos de pieles de los indios, quería tallar una figura con un africano.”

[Gracia]: “Por eso el asunto éste del amate.”

[Bedia]: “Exacto, para mí eso fue fundamental.”

[Gracia]: “Así que dabas la talla, pero seguías con lo tuyo.”

[Bedia]: “Fue como una vida paralela, por un lado trataba de complacer lo que me decían y…”

[Gracia]: “Un poquito de esquizofrenia.”

[Bedia]: “Y por el otro hacer lo que realmente quería, ¿te das cuenta? Y así fue que empecé a hacer un trabajo diferente.”

[Gracia]: “Bien, José, y ¿qué pasó? Te graduaste.”

[Bedia]: “Y al graduarme de la Escuela de San Alejandro, una escuela histórica de Cuba que quedó a los efectos de grado como escuela a nivel medio de las artes cuando hicieron el Instituto Superior de Arte, que lo abrieron el año que yo terminé en San Alejandro, y de una salté para el otro.”

[Gracia]: “¿De qué año estamos hablando?”

[Bedia]: “Del 76. Y pasó una cosa curiosísima, porque de pronto empecé en la misma aula con gente que habían sido profesores míos y que me llevaban a veces hasta más de diez años.”

[Gracia]: “¿Que estaban de profesores en San Alejandro?”

[Bedia]: “De profesores de San Alejandro pasaron a compañeros de clase conmigo en el Instituto. Y fue como un adelanto, no sólo para mí, sino para otra gente también--estar a otro nivel, como de college, como de universidad. Fueron cinco años más y nos graduamos en el 81, fue la primera graduación del ISA.”

[Gracia]: “Y ahí ya la actitud había cambiado…”

[Bedia]: “Totalmente, teníamos algo que decir como generación que era muy diferente a lo que había en la palestra en ese tiempo, en lo que se veía como arte cubano hasta ese momento, que era una cosa muy tendenciosa, muy como tratando de complacer a la oficialidad. Habían dos tendencias básicamente, unos que pintaban temas bucólicos relacionados con su origen campesino, porque eran gente que los habían sacado del campo y los habían puesto a estudiar arte. Y habían otros que trataban de dar la talla con esa idea del realismo socialista--habían adoptado el fotorealismo americano y le habían dado un contenido nacional. Era loquísimo. Y le encantaba a la oficialidad, le encantaba ese tipo de cosas porque era realista, aunque era derivada del fotorealismo americano, pero a ellos les parecía genial porque podían reconocer una cara de Lenin o un martillo. Para nosotros eso nos resultaba muy frustrante e insatisfactorio, y empezamos a hacer una cosa diferente.”

[Gracia]: “Pero este grupo, ¿no recibió también en cierto sentido apoyo del gobierno?”

[Bedia]: “Sí, pero costó trabajo porque el grupo estaba hecho desde el año 78 y nos habían estado posponiendo exposición tras exposición. De hecho, el grupo de gente salió en Foto Volumen Uno, que fue la primera exposición que hicimos como grupo. Y casualmente fuimos once, no lo hicimos adrede, salió como once artistas y la gente decía no, porque hacen relevos de ‘Los once’–salió por casualidad porque aparte habíamos sido seis y después fuimos nueve, y después fuimos once. Ese grupo ya se estaba tratando de exponer desde el año 78 y nos habían estado posponiendo año tras año, hasta que finalmente salió en enero del 81 la publicación. Y pienso que fue no tanto como un apoyo, sino como una medida de acallar cierta insatisfacción que había en Cuba. Acababa de pasar el Mariel, había un déficit de artistas enorme, se había ido mucha gente--Carlos Alfonso y compañía--mucha gente. Y de pronto necesitaron llenar ese hueco con gente fresca. Eramos unos jóvenes incautos con muchas ganas de hacer cosas, realmente sin ninguna maldad política, pensando que lo que estábamos haciendo era lo correcto para la cultura cubana. En aquel tiempo no se vendía nada, ni podíamos vivir de la pintura ni mucho menos, teníamos que estar en trabajo paralelo como diseñadores y cosas de ésas. Realmente pasó así: nos dieron esas oportunidades por el bajón muy fuerte que había dejado el éxodo del Mariel. Y gracias a eso subió todo un grupo de artistas a la palestra; eso empezó en enero del 81 y terminó en el año 89, como en noviembre. Y de ahí para allá casi toda esa gente se fue, de mi generación no quedó casi nadie.”

[Gracia]: “Ustedes ya empezaron a salir de Cuba con permiso del gobierno para exponer fuera.”

[Bedia]: “Salíamos en grupo más que todo, a veces individualmente, pero nunca con la familia. Y hubo un momento que sí dejaron. Pienso que fue intencional, y nosotros adoptamos esa oportunidad como una picardía. Pienso que fue planeado dejar salir a cierta gente que les resultaba incómoda, porque fue demasiado fácil que después de tantas prohibiciones de pronto te dijeran: no mira, yo quiero sacar a mi mujer y te dijeran que sí te lo pagan. Bueno dale, ¿en cuánto tiempo vienen, tres meses? Y nadie regresaba, solamente dos o tres volvieron, todos los demás nos quedamos.”

[Gracia]: “¿Y cuándo fue que te fuiste definitivamente?”

[Bedia]: “Definitivamente el día de San Patrick del 91,salí, pero sin saber si iba a ser definitivamente.”

[Gracia]: “¡A México!

[Bedia]: “A México, ya yo había hecho un intento anterior en Canadá con mi difunta esposa. Me invitaron unos artistas canadienses, aplicaron por mí y yo estuve allá en un lugar precioso. Fui con mi hijo chiquito y mi difunta esposa, pero no nos quedamos, no funcionó.”

[Gracia]: “¿Demasiado frío?”

[Bedia]: “Sí había. Los canadienses son una gente muy hospitalaria pero no era exactamente el lugar que yo estaba buscando. Así que regresamos a Cuba una vez más y los amigos míos me decían: ‘tú estás loco, ¿que haces aquí?, tu hijo nunca te lo va a perdonar.’ Y entonces yo me dije, ‘Dios mío qué habré hecho.’ Algunos me decían: ‘te habrás traído un motor desarmado en la maleta al menos....’ Errores he cometido, porque de pronto uno peca de ingenuo. Había estado seis meses afuera y en esos seis meses se había gestado una cosa así, un estado de ánimo en que todo el mundo estaba pensando en irse y de pronto regreso y… Pero nos fuimos en marzo del 91 a México, incluso sin la idea de quedarnos allí…”

[Gracia]: “A través de Nina Menocal.”

[Bedia]: “Nina nos invitó y a otros muchos artistas. Ahí empezó una situación muy favorable a nivel comercial que nunca habíamos experimentado. Ya yo había estado en México una vez antes, con el difunto Juan Francisco y con Ricardo Brey, y no nos habíamos sentido cómodos allí. Nos encantaba el país pero no había forma de vivir de nada, uno era un inmigrante de tiempo, de part time y no tenías ninguna forma de quedarte, ni de vender tu obra ni mucho menos. Pero del 86 al 91 las cosas en México cambiaron sustancialmente y abrieron la expectativa del arte cubano, de gente que empezaba a comprar arte cubano más allá de lo que normalmente hacían los coleccionistas mexicanos, que compraban artistas mexicanos. Eso nos dio la oportunidad de pensar en eso y decir: bueno, uno se puede quedar aquí y vivir de su trabajo, que era algo a lo que todo mundo aspiraba. Algunos que otros siguieron dando clases. Yo di algunos cursos también, por ejemplo en el Museo del Carmen. Leandro Soto estuvo también algún tiempo dando clases--yo estuve dando clases con Leandro.”

[Gracia]: “Y ¿cuándo fue que te viniste para este país?”

[Bedia]: “En julio del 93. La idea fue de mi difunta esposa--vinimos aquí varias veces y le empezó a gustar más.”

[Gracia]: “¿A Miami?”

[Bedia]: “Sí, a Miami. Por muchas cosas--ella tenía mucha familia aquí, tenía muchas amistades--y México nos estaba empezando a cerrar a nivel legal de estancia, de posibilidades. Del 91 al 93, ya nos estaban poniendo en situación en tres y dos: O regresas a Cuba y pides la visa desde allá--una cosa estúpida, ya que uno estaba viviendo en un apartamento con muebles. Mi hijo chiquito me decía: ‘lo que no sé es cómo vamos a llevarnos todos estos muebles a Cuba.’ Y yo le respondía: ‘estos muebles se quedan aquí.’ Es decir que ya te empiezas a asentar en un lugar y empiezas a echar raíces y te sientes bien--porque para mí México fue un lugar importantísimo y todavía lo sigue siendo por eso es que sigo yendo allá.”

[Gracia]: “Pero allí también encontraste una audiencia receptiva en cierto sentido a esto de la antropología y de las raíces, ¿o no?”

[Bedia]: “Pienso que sí, aunque eso lo hace uno, el público lo hace uno, porque lo que me encontré en México fue muy diferente. De alguna manera, la obra mía es una especie de consecución lógica de lo que pudo haber dejado sin hacer un Diego Rivera o una Frida Khalo. Pero para los mexicanos eso ya era casi como folklórico, tendían a rechazarlo, a ser como dicen allá, más modernos. Entonces de pronto nosotros llegamos. Y eso ha pasado mucho en México, los denominados mexicanistas son gente extranjera que le han dedicado toda su pasión y energía a la cultura mexicana, y han hecho mucho más por ella que algunos mexicanos. Nosotros nos metimos bien de lleno en eso, visitando los lugares y las comunidades y yendo a la sierra a ver pueblos y ruinas.”

[Gracia]: “Es fantástico el lugar.”

[Bedia]: “México es un país increíble que ojalá no se eche a perder nunca por nadie ni nada.”

[Gracia]: “Te voy a decir una cosa nada más que por curiosidad, que pasa también en filosofía. A principios del siglo pasado, los que hicieron más por la filosofía mexicana fueron gente extranjera, precisamente los españoles que se vinieron después de la Guerra Civil a México. Ha pasado en Perú también y en muchos otros lugares.”

[Bedia]: “A mí me fascinó eso y todavía sigo conectado a ello de alguna manera y a veces siento que extraño más México que la misma Cuba.”

[Gracia]: “Encontraste algo en Mexico que en Cuba no existía, porque en Cuba el asunto indio no existe.”

[Bedia]: “Existía, pero era una pedacería cultural muerta, una arqueología…”

[Gracia]: “Y en México está vivo.”

[Bedia]: “Sí. Para mí estar en México y ver culturas vivas y estar con esa gente y caminar por una ruinas y encontrar una figurita y decir ¡oh!”

[Gracia]: “¡Qué es esto!”

[Bedia]: “Es una maravilla, es un lugar tan rico, que está vivo. No lo puedo describir de otra forma, está vivo, latente, y eso me fascinó, me encantó.”

[Gracia]: “Para ti fue el lugar perfecto. Bueno, y de Miami, ¿qué piensas?”

[Bedia]: “A Miami traté de buscarle el lado bueno y positivo. De alguna manera, después que uno lleva tanto tiempo fuera de Cuba, empieza a ver a Miami como el lugar que se parece más a Cuba. Por supuesto con algunas ventajas y algunas desventajas. Y de pronto, no sé, traté de sentirme aquí como en casa.”

[Gracia]: “¿Te has adaptado bien?”

[Bedia]: “Relativamente bien. Todavía añoro cosas de la vida en México, que era mucho más sencilla. Por ejemplo, aquí a veces se exige demasiado de la gente y hay mucho estrés. Como digo yo, estrés es para principiantes, ya yo ando por un escuatro, con un escinco; a veces llego hasta un esseis. Estrés era juego de niños, pero nada, que aquí estamos por alguna razón, que de alguna manera...”

[Gracia]: “¿Y en Nueva York has estado?”

[Bedia]: “En Nueva York estuve incluso todavía viviendo en Cuba. Estuve con una beca de la Fundación Ford, una cosa extrañísima que se nos dio gracias a amistades, entre ellas la difunta Ana Mendieta, que nos consiguió una beca a mí y a otros. Y estuvimos allí en el 85 y me encantó, imagínate para un estudiante de arte estar en New York. Fue maravilloso, pero todos regresamos a Cuba. Pero nunca lo sentí como el lugar en que yo pudiera vivir. Y de hecho ahora no creo que Nueva York es lo que fue hace años atrás, que si uno quería desarrollarse como artista tenía que vivir ahí. Ahora uno puede trabajar para Nueva York sin estar allí. Y me gusta, pero de visita, ir a ver una exposición, ir a ver a alguna amistad, cosas así, pero no como para vivir. Y más cuando yo tenía un niño chiquito en ese tiempo; ese no es lugar para criar a un niño.”

[Gracia]: “¿Y tienes alguien que te representa en Nueva York?”

[Bedia]: “Sí, tenía dos galerías, pero ahora tengo una sola.”

[Gracia]: “Volvamos al arte. ¿Cuál ha sido tu derrotero en términos de los estilos? El asunto de los dibujos estos, ¿eso fue lo primero que hiciste?”

[Bedia]: “No, lo primero que hice eran unas vistas aéreas--lo que la gente recuerda de mí en Cuba, a finales de los 70’s y principios de los 80’s--eran unos cuadros con unas vistas aéreas del Amazonas, donde nunca había estado, con unas nubes pasando. Entonces yo señalaba un lugar en ese paisaje y de ese objetivo que estaba señalado, así como muy gráfico, salían unos objetos tridimensionales que estaban atados debajo del cuadro, flechas, fragmentos de cerámica con unos fragmentos de una pedacería de algo de lo que había ahí, eran como una especie de arqueología de gabinete…”

[Gracia]: “¿Y qué medio usabas?”

[Bedia]: “Acrílico, dibujo, cosas tridimensionales hechas por mí. De esos años al año 84, 85, fue que empecé a hacer un estilo totalmente diferente, muy simple, muy esquemático esos perfilitos míos.”

[Gracia]: “De los hombres. . . .”

[Bedia]: “Y eso coincidió con la iniciación mía en uno de los cultos afrocubanos que hay en Palo Monte.”

[Gracia]: “¿Y eso es parte de ti y de tu arte, crees en esto?”

[Bedia]: “Ese cambio en el arte pasó derivado precisamente de la experiencia que tuve en la iniciación. Cambié totalmente la obra.” [pausa porque uno de los pájaros estaba interrumpiendo la entrevista]

[Gracia]: “A ti te gustan los pájaros.”

[Bedia]: “Yo no soy el de las mascotas, la única mía es ese perrito que es el último que llegó. Además hay una incidencia aquí de mascotas femeninas y éste es el macho que llega a hacerme compañía. Aquí todas las mascotas, ésta de aquí, las tortugas, la perras, el guacamayo, todas son hembras, y éste es el primer macho que llegó.”

[Gracia]: “Ah, ¿a dónde estábamos, a ver?”

[Bedia]: “El cambio de estilo y eso se produjo en esa fecha del 84. Me inicié en el 83, y ya para el 84, 85, empecé a hacer ese tipo de trabajo. Más gráfico, tiene que ver con esa experiencia que tuve y con la influencia de los American Indians. Hice una mezcla entre las grafías afrocubanas y el proceso de iniciación mía, bueno de la religión de Palo Monte. Fue muy escueto, muy primitivo, muy simple a pesar de que es complicado por otro lado. Y la forma de representar las cosas es muy gráfica, es casi como un dibujo.”

[Gracia]: “Como esas cosas en piedra.”

[Bedia]: “Parecen petroglíficos pero están hechos sobre piel. Eso exige cierto trabajo lineal, muy escueto, muy parco, sin ningún tipo de detalles, sin ningún intento de hacer perspectivas o de sugerir espacios.”

[Gracia]: “Pero háblame un poco de la religión esta, yo no conozco mucho de eso, aunque no sé si te interesa o no te interesa hablar sobre eso, ¿cómo es?”

[Bedia]: “Como te dije, estaba tratando de hacer una investigación antropológica seria pero desde Cuba, sin haber salido a ningún lugar. Entonces me di cuenta de que las culturas indígenas era lo que a mí interesaba y que realmente lo que quedaba en Cuba eran grupos culturales ya desaparecidos, era cosa arqueológica. Y lo que sí había vivo y actuante era la tradición afrocubana implicada en la población cubana, sobre todo en la parte urbana donde yo me movía. Y me fui vinculando a estas cosas a través de amistades y gente de mi mamá sobretodo. A través de mi mamá conocí a un señor que es El Tata--se llama Tata como persona de respeto--que fue el que me inició. Establecí contacto con él desde el año 76 y desde entonces él me anunció que yo debía iniciarme--hubo como un periodo de aprendizaje hasta que me inicié en el año 83 en esa rama. En Cuba hay cuatro ramas de culturas africanas y del pueblo africano todavía vivo a nivel religioso, por supuesto mezclado con la parte cristiano-católica. Los Yoruba es lo más conocido, es la santería. El Arará, que es un grupo que está más bien circunscrito al área de Matanzas. La Sociedad Bacuá, que viene del área de Calabar en Nigeria, es la sociedad secreta de hombres. Y el Palo de Monte que son las tradiciones Conga Bantú dentro de Cuba y que para mi forma de ver es de las más antiguas, de más antigua presencia en la isla. Así que conocí a este señor que era palero, así es como se llama, y estaba iniciado en las reglas estas y me inició a mí también.”

[Gracia]: “¿Y la religión esta está ligada mucho a la naturaleza?”

[Bedia]: “Definitivamente, por eso mismo encontré muchos puntos de unión con otras culturas, con los mismos indígenas americanos, hay cosas parecidísimas, es increíble. No puedes creer lo parecido a nivel del concepto, del macrocosmos y el microcosmos, como un pedazo significa el todo, como se arreglan las cosas en relación a los puntos del universo, los cuatro puntos cardinales, el arriba y el abajo, el papel de uno en la naturaleza, todo ese tipo de cosas muy semejantes en los dos puntos. Después que salí de Cuba, el déficit que yo tenía de no poder hacer todas esas cosas, lo suplí conociendo a gente aquí. Encontré una sustitución muy natural y orgánica de eso vivo que yo buscaba en Cuba con esta gente y que todavía está vivo. Lo que pasa es que hay que conocerlos, hay que demostrarles confianza porque son gente a veces muy cerradas y más con un latino. Ellos no saben por qué tu estás allí, qué tú vienes a hacer, pero a la larga he establecido buenas relaciones con mucha gente y hay una semejanza muy grande con lo que conocí en Cuba de manos de mi padrino.”

[Gracia]: “Qué interesante, déjame ver qué más tenemos por aquí, ah sí, me estabas explicándo las evoluciones que ha habido en tu trabajo, cómo en el 84 empezaste a hacer los dibujos esos más simplificados, y después el estar en México te influyó a hacer cosas diferentes. ¿Qué ha pasado desde el 84 hasta ahora?”

[Bedia]: “En el 86 fue la primera vez que fui a Mexico y después me fui a vivir allí del 91 al 93. Allí encontré una serie de elementos de corte sincréticos en la cultura indígena mexicana que me resultaron muy semejantes a lo que yo conocía de Cuba y empecé a visitar esos lugares y a nutrirme de esas cosas. Entonces, ahora no te puedo decir, pues mi trabajo... Sí te puedo decir, puntualizar algunas cosas: mira, esto es netamente de influencia mexicana o esto tiene que ver con algo afrocubano o esto tiene que ver con American Indian, pero a mí ya no me interesa diferenciarlo. Es como un conocimiento ancestral que se me fue develado y yo trato de interpretarlo a través de la pintura como otra persona podría hacerlo a través de un escrito, o la música, o la danza, qué sé yo. Son elementos que entraron en mi trabajo muy naturalmente, que me propuse que entraran porque me interesaban. Yo quería que formaran parte de mi trabajo, y que fueran reales al punto de estar ahí, que no fueran cosa libresca, que era lo único que yo había hecho hasta ese momento en Cuba. Nada más de ponerme a hacer cosas por el gusto por los libros, una cosa así, y desde que empecé a salir a viajar, esa ha sido mi intención. Me interesa mucho hacer un trabajo que no sea del artista encerrado en la torre de marfil de su estudio, concibiendo entelequias. Quiero que la obra mía tenga algo real, vivido como experiencia personal o como experiencia en grupo de un lugar determinado.”

[Gracia]: “Hay artistas que son muy narcisistas, y muchos de los artistas cubanos con los que he hablado, están siempre pintándose a ellos mismos y a su experiencia personal y a sus conflictos personales, pero tu obra no me parece que sea así.”

[Bedia]: “Hay algunos elementos que sí, pero otros no; trato de hablar de una experiencia más general, pero sí hay elementos que tienen que ver con mi experiencia personal. Lo que pasa es que no me gusta soltarlo así tan directo, sino son más bien referencias subliminales a cosas que me han pasado o cosas que siento o que he vivido, pero no quiero que sea así como una especie de autorretrato, aunque mucha gente se da cuenta.”

[Gracia]: “¿Y te has hecho algún autorretrato?”

[Bedia]: “No, fíjate que no.”

[Gracia]: “Bueno, ésa es una cosa muy interesante, una cosa que te iba comentar. Por ejemplo, en una serie que hiciste sobre barcos, eso no parece tener nada que ver con…”

[Bedia]: “Eso es lo último que he estado haciendo, que es lo que más tengo en el estudio ahora.”

[Gracia]: “A mí me encanta esa línea.”

[Bedia]: “¿Te gustan esos barcos hundidos y todo eso, todas esas cosas realistas?”

[Gracia]: “¡Uy, sí me encantan!”

[Bedia]: “¿Sí? Pues vamos a ir a ver después que terminemos aquí. Ahora tengo un grupo bastante grande de esas obras. Chico, para mí eso no tiene nada que ver con la obra gráfica.”

[Gracia]: “Es una cosa muy diferente, pero ¿tiene algo que ver con tus experiencias personales?”

[Bedia]: “Eso fue resultado de un estado de ánimo que me surgió y que impliqué con una situación personal mía y con una situación histórica para la nación cubana. Eso lo empecé a concebir en el 99 y lo hice ya directamente en el 2000. Era como que yo quería hablar del final de la guerra del 98, hacer una interpretación histórica del siglo como a la distancia de 100 años. ¿Qué nos quedaba? Para mí había algo paradigmático, que era el hundimiento de la flota española frente a Santiago de Cuba, es decir, que eso marcaba así de golpe y porrazo la presencia del final del periodo colonial y del principio del periodo neocolonial con la presencia americana y que se había abortado por estos revolucionarios de la Guerra de los mambices. Nunca se llegó a saber si realmente los mambices hubieran ganado o no, porque los americanos se metieron, y aquello se quedó en ascuas, e incluso los tratados se hicieron entre los americanos y los españoles, y a los cubanos no les dieron participación, y le vinieron a dar la presidencia solo años después, ya en mil novecientos y tantos. Para mí eso era como volver a coger la historia cubana y era como un giro completo. A la vuelta de cien años, ¿qué tenemos? Otra vez barcos hundidos, ¿tenemos algo sólido, o todos se están hundiendo? Y no sólo barcos, había monumentos, había cosas como quebradas o a punto de caerse, y lo vinculé--y esto no me gusta decirlo así directamente a veces, pero es la verdad–lo vinculé a mi propia experiencia de la pérdida de mi esposa. Para mí era como que todo se estaba yendo por tragante, así lo veía y de ahí podría hacer como un autorretrato como un barco de guerra que se está hundiendo y que está tirando todavía, ¿me entiendes? Fue una situación catastrófica, lamentable a nivel familiar y a nivel también del país, de cómo yo sigo viendo a mí país a la distancia y qué es lo que puede pasar allí--es como que no tenemos nada. Hemos avanzado 100 años históricamente pero a nivel de avance estamos atascados, chapaleando en el mismo fango y a nivel de ideas también. Los mismos caudillismos, la idea de que hace falta un líder. A lo mejor no hace falta un líder; hasta ahora no nos ha ido bien con ninguno. Lo que nos hace falta es un parlamento, un grupo de gente que tenga ideas determinadas. Esa es otra idea que está implícita allí, la idea de que alguien nos tiene que resolver el problema de fuera. Nosotros somos incapaces de hacer nada desde dentro de Cuba, y alguien tiene que venir de fuera. Si estás en Cuba te decían antes que eran los soviéticos, ahora que hay que quitar el embargo, pero todo es un facilismo. Es demasiado fácil decir que la solución tiene que darla otro... pienso que ahora con toda esta situación verbal que El dice allá, somos más neocoloniales que nunca, porque al final estamos esperando por la solución de los americanos, y ellos sólo tienen que decir la última palabra, todo depende del embargo, si el embargo sigue o no. Entonces, ¿realmente somos independientes? ¿Qué quieres finalmente de tu enemigo? Al que tú nos enseñaste que era tu enemigo, que te saque la castaña del fuego de algo que no te salió, que no nos salió, para decirlo en términos generales. Porque uno está implicado en eso también, aunque se haya salido en un momento, uno es responsable de este tipo de cosas de alguna manera. Eso me disgusta mucho, es como siempre estar esperando, ese concepto de isla que viene uno de afuera a resolver.”

[Gracia]: “A resolverte el asunto.”

[Bedia]: “Y volviendo a la antropología, me interesa algo que descubrí que eran unos cultos oceánicos, de Oceanía, que eran los llamados cargo cults, que si te lees lo que pasa en esas reglas te parece que están hablando de tu país.”

[Gracia]: “¿De Cuba?”

[Bedia]: “Tú dices: no puede ser, no puede ser que sea tan parecido. Y básicamente son grupos de gente de Oceanía a quienes los catequizaron, los convirtieron al cristianismo mal que bien de una manera medio torpe, apurados, y ellos, sin entender todavía muy bien la idea del cristianismo, interpretaron eso a sus propios conceptos ancestrales. Y empezaron a establecer una serie de relaciones hasta cierto punto oportunistas. Y decían, bueno si realmente dicen los blancos que la palabra de Dios está en esta Biblia, y aquí dice que todos somos hermanos de Dios, entonces los hermanos tienen la obligación de compartir y a nosotros los negros nos tocó la de malas y los blancos lo tienen todo. Entonces por un problema de palabra de una entelequia verbal, los tipos pretendían apropiarse de los bienes del colono, del que venía de la metrópolis y pasaron cosas simpatiquísimas. Y entonces siempre subía un Mesías, que decía: no, anoche soñé con Jesucristo y Jesucristo era negro y nos dijo que los blancos tienen que compartir con nosotros sus cosas y aquí la cosa se trata de no hacer más nada. Y eso es lo que pasa en Cuba, un Mesías que dice que aquí hay que trabajar pero en realidad en Cuba nadie trabaja. Ahora todo el mundo está esperando a que la solución venga de la supuesta caída del embargo. No, ¿qué tienes que ofrecer? ¿Qué hay en estos momentos para ofrecer a parte del producto nacional bruto de exportación que son las mulatas? ¿Qué otra cosa hay? El tabaco ya la gente no lo quiere fumar, porque dicen que hace daño, el azúcar dicen que también hace daño, entonces para hacer un intercambio a nivel de eso tienes que ofrecer algo. No es que te va a empezar a caer el maná del cielo. Eso es una visión muy facilista de que la solución va a venir de afuera, en este caso de los propios enemigos de los que siempre se nos ha dicho que son los ‘enemigos.’ Y que no son ni mejores ni peores que otros, como Castro mismo--él le echa a los americanos, pero él es amigo de cuanto capitalista japonés, alemán, francés, venezolano, y chino hay. Es como un juego de palabras, de tener a la gente como entretenida con eso y si no participas incluso eres castigado porque en este juego oceánico también el tipo amenazaba, el supuesto Mesías amenazaba con unos castigos infernales para el que no se sume a su idea. La conclusión es que finalmente la época de la colonia terminaba, porque el supervisor que estaba allí señalado por Francia o Inglaterra, decía: ‘oye, estos negros se han vuelto locos, han destruido la cosecha, no salen a pescar, ¿qué hago? Se están muriendo por males.’ Entonces el tipo–con compasión paternalista--mandaba un charge boat, un barco lleno de mercancía. Y el tipo, lejos de quedar en desprestigio, ganaba prestigio. ‘Ya ven, ¿qué es lo que les dije? Aquí la cosa es no hacer nada, estos blancos tienen que proveer.’ Y Cuba está así ahora mismo, esta llorando miseria para que alguien nos ayude. Pero en Cuba no se hace nada, es lamentable, y la conciencia de elaborar del cubano o de solucionar su propio problema está anulada, castrada. Las producciones son individuales o a nivel de un chiste popular, ‘de FE,’ que es Familia en el Extranjero.’ Y si no tienes familia en el extranjero, que es generalmente la población negra cubana, tienes que dedicarte a otras actividades, en este caso a la delincuencia, o a la prostitución. Lo que sea. Es un nivel de vida muy precario, de una necesidad perentoria muy, muy fuerte. Realmente no hemos avanzado nada, aunque se supone que hemos avanzado. Estamos a nivel de Nueva Guinea a final del siglo XIX, y te dices ¡pero cómo es esto!”

[Gracia]: “Y han pasado cien años.”

[Bedia]: “Y nada. Entonces esos barcos fueron eso, aunque me extendí mucho en la cosa.”

[Gracia]: “Como esa crisis.”

[Bedia]: “Exactamente, esa visión de Cuba desde lejos, de cómo veo la situación allí. Mi propia experiencia personal a nivel de vida, de lo que me pasó en ese tiempo, de lo que le pasó a la persona que era mi mujer, la esposa mía, a la madre de mi hijo. Y nada, y tratar de vincular todo eso en una visión general apocalíptica.”

[Gracia]: “Y hay otra cosa además, hay otra dimensión, porque para ti generalmente el color no es cosa que hayas usado.”

[Bedia]: “Lo he usado pero no como pieza. No me gusta recargar mucho las cosas. Mi idea parte del dibujo, señalo el dibujo como la cosa más importante de mi trabajo; no me interesa tanto el color porque el color tiende a veces a distraer. Aunque lo uso en determinadas ocasiones para darle un acento a alguna cosa y trato de que la pintura tenga muy poco cuerpo pictórico. O sea, que sea una especie de acuarela, que sea una impronta realmente muy sencilla, y que haya que ejecutar de una sola vez. No que sea un trabajo de muchos días, para que me permita desarrollar una idea en otra cosa, como una versión de lo que se me quedó por decir.”

[Gracia]: “Vamos a terminar preguntándote si hay algo que tú quieres añadir a lo que hemos hablado.”

[Bedia]: “No, pero loque tú estás haciendo es un trabajo muy bueno porque realmente a nivel de los artistas que estamos fuera de Cuba, tenemos muy poca atención. Gracias a que nosotros nos fuimos como generación y eso es una cosa que nos tendrán que agradecer los artistas que están en Cuba–se ha focalizado mucho la atención sobre ese grupo de gente. Es una cosa dramática, pero parece que en la vida siempre hay una generación que se tiene que quemar antes para que la siguiente reciba los beneficios de la atención. Pero creo que lo que hicimos en Cuba en ese tiempo fue válido, incluso más válido que lo que se está haciendo ahora, que mayormente es un arte de exportación–que están esperando por un vuelo charter de Los Ángeles para ver qué venden–y ese trabajo ni siquiera se exhibe en Cuba, es lo que está pasando. La obra sale del estudio de los artistas para un vuelo charter que regresa para Chicago, a Los Ángeles o a Nueva York. Y en el tiempo de nosotros no, nosotros queríamos que nuestro arte fuera una fuerza actuante de la cultura cubana. Eso es lo que nos va a dar la solución final, no si somos o no somos neocolonia, si tenemos influencia de los chinos, o de los rusos o de los americanos. La cultura nuestra es lo que nos va a salvar definitivamente; confío plenamente en la cultura cubana y que se mantenga fuerte en donde quiera que tú estés, en cada uno de nosotros un pedacito de ese país.”

[Gracia]: “Eso, desde mí punto de vista, es muy importante, porque me parece que todo trabajo, toda obra que sea realmente buena tiene que inspirarse, tiene que salir de adentro, de la cultura, de la gente misma. Y estas imitaciones que se hacen mucho, no llegan a nada. Así que pienso que bueno, es un derrotero magnífico. Bien, José, ha sido un gran placer.” [Risas, porque uno de los pájaros de José Bedia se puso a cantar].

[Bedia]: “[Risas] Esta grabación ha sido interrumpida por una serie de cosas.”

[Gracia]: “Pero va a ser magnífica. Muchísimas gracias.”

 

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